El periodismo y la crisis de creatividad

Tendríais que ver las caras de sorpresa que ponen los alumnos de mi curso  Periodismo consciente cuando comenzamos la sesión de creatividad. Lo primero que hago es pedirles que se olviden de eso de que “la creatividad es sólo cosa de artistas”, o de que se trata de una especie de don con el que se nace, es decir,  que se tiene o no se tiene.

Suelo ponerles  ejemplos de situaciones pasadas en las que alguien hizo gala de una enorme creatividad y gracias a eso consiguió grandes cosas. Por ejemplo; recuerdo que con 16 años deseaba con todas mis fuerzas participar en la expedición Ruta Quetzal con Miguel de La Quadra Salcedo y que, durante unos meses no pensé en otra cosa. Conseguí hacer un trabajo muy original en el que puse toda mi alma y mi energía. Fui seleccionada y pude ir a ese viaje.

Son ejemplos en los que siempre hay un denominador común: la determinación para conseguir algo, el deseo, el amor, la motivación. Podemos llamarlo de mil maneras, pero la palabra que para mí lo resume y engloba todo, es compromiso.

El compromiso nos hace creativos, porque la creatividad no es más que el resultado de buscar maneras alternativas de hacer las cosas para conseguir algo que deseas con todas tus fuerzas. Cada manera diferente de hacer las cosas nos abre nuevas oportunidades y multiplica las posibilidades de éxito.

Aunque nos parezca cosa de artistas y genios, es algo que está muy a la orden del día. Todos hemos sido muy creativos en algún momento de nuestra vida. El amor romántico es un buen ejemplo con el que muchos nos podemos identificar. ¿Quién no ha hecho cosas impensables por amor? Me contó una amiga cómo conoció a su marido. Él estaba empeñado en conquistarla  y se las ingenió para recabar todo tipo de información que le pudiera acercar a ella: sus horarios de trabajo, el gimnasio al que iba, los sitios a los que solía ir con sus amigas. Todo con tal de “encontrarse” inesperadamente con ella… -Uyyyy ¿tú por aquí?…que casualidad ¿no?

No, no fue casualidad, fue compromiso.

Y no es tan raro ¿verdad? A quien más o a quien menos le sonarán de algo todos esos tejemanejes que se hacen por amor.

Tenemos la creatividad mucho más incorporada en nuestro día a día de lo que habitualmente pensamos. Y eso ocurre porque, incluso inconscientemente, en nuestra vida estamos muy comprometidos con muchas cosas: desde educar a  nuestros hijos de la mejor manera posible, hasta planificar unas estupendas vacaciones de verano. El deseo por conseguir eso, el compromiso, es lo que nos lleva a preguntarnos: ¿y si…?

Esa la pregunta que activa el proceso creativo.

Por eso, no creo que se trate de una crisis de creatividad lo que estamos viviendo en el periodismo, no. Es mucho peor. Mi triste diagnóstico es que se trata de una crisis de compromiso.

Nos falta amor por lo que hacemos. Me pregunto en qué punto de nuestras carreras profesionales olvidamos que el periodismo es una profesión de servicio, que el negocio es sólo una consecuencia, pero que no debe ser nuestra razón de existir porque nunca lo fue.

La crisis económica de hace unos años hizo un flaco favor a los periodistas. El miedo al despido fue la emoción dominante durante demasiado tiempo en muchas redacciones y, por desgracia, se ha quedado entre nosotros. Cosa mala, porque el miedo, sostenido en el tiempo, se ha convertido en ansiedad. Ahora ese secuestro emocional ha suplantado al tan necesario compromiso y amor por contar las cosas con el foco puesto siempre en el otro y no en el YO y en el sálvese quien pueda.

Las consecuencias son más que evidentes en la calidad de las informaciones y de los programas que hacemos (con excepciones, claro). La falta de creatividad para afrontar los nuevos retos que la transformación digital ha traído consigo, es sencillamente una crisis de compromiso que nos ha convertido en cómplices y al mismo tiempo víctimas de la posverdad. Hemos perdido el foco y, hasta que no nos demos cuenta de esto, seguiremos echando la culpa a la situación. Pero los únicos responsables de reflotar esta profesión y devolverle su esplendor somos nosotros.

Es muy sutil. Después de varios años observando a mí alrededor, he llegado a la conclusión de que es como un paradigma al que la mayoría vivimos ajenos, ciegos. No creo que ningún periodista se levente por la mañana pensando;

– “Claro, esto de la posverdad y la crisis de creatividad en el periodismo es consecuencia de que hemos perdido el compromiso con el verdadero fin de esta profesión que es el servicio a la sociedad”. No es tan sencillo. De hecho, muchos ni siquiera son conscientes de que existe tal crisis.

No es algo de lo que sea fácil darse cuenta así de repente…Por eso, de vez en cuando, me gusta utilizar mi blog para escribir estas cosas. Por si leyendo esto, a alguno le da por desafiar ese paradigma y preguntarse: yo…realmente ¿para qué soy periodista?

 

Aldara Martitegui

 

 

 

 

 

 

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