Enséñales que esforzarse no es sufrir

Si le preguntas a tu hijo qué cree que significa esforzarse, seguro que te da alguna definición en la que conecta ese concepto con el de sacrificio y muy probablemente con el de sufrimiento.Hoy le he peguntado a mi hija y me ha dicho que ella cree que esforzarse es estar muy muy atenta y concentrarse mucho…y que eso cuesta bastante.

¿Por qué la mayoría de nuestros niños relacionan el esfuerzo con el sufrimiento? ¿por qué tiene para ellos un significado tan negativo? ¿tendremos nosotros algo que ver?

Yo creo que sí. Sus padres, educadores, la sociedad en general, nos hemos ocupado de darle al esfuerzo esa connotación tan negativa que, en el fondo,  nada tiene que ver con la realidad. Es un efecto de la teoría del aprendizaje social de Albert Bandura. Los niños aprenden por imitación, muchas veces sin preguntarse el por qué lo aprenden ni si es algo adecuado o no para ellos. Si nosotros les transmitimos que el esfuerzo conlleva siempre sufrimiento, es así como ellos lo van a aprender. Pero es curioso, porque entre las cinco acepciones que la RAE da de la palabra esfuerzo, en ninguna de ellas  menciona la idea de sufrimiento.

Un día hablaba con una amiga de mi hija a la salida del colegio. Con tan solo 8 años me enseñó una gran lección concentrada en un par de frases. Le pregunté por sus clases del instrumento que acababa de empezar a tocar hacía unos meses:

–Muy bien, me dijo. Ya voy tocando algunas cosas. Es difícil, pero sé que sólo necesito practicar cada día un poco. Al final todo va saliendo. Eso lo aprendí con la gimnasia rítmica ¿sabes? El pino no me salía bien y practicando cada día un poco, terminó saliéndome. Con la música es igual.

Con la misma sonrisita en su cara, le dio un buen mordisco a su bocata, y siguió como si nada hablando de otras cosas con sus amigas, mientras yo me quedaba medio petrificada en el centro del patio del colegio.

Tooooma ya, pensé. Con 8 añitos y ya sabe mucho más que algunos adultos…Hacía tiempo que no oía un razonamiento como ese.

-Ehhhhh! eso que acabas de decir que no se te olvide nunca ¿eh?, le dije a gritos mientras se alejaba dando saltitos.

No sé vosotros pero yo, en ese proceso de aprendizaje que describió esa niña, no veo el sufrimiento por ningún lado.

Eso es lo que me llevó a pensar que a lo mejor los niños no entienden espontáneamente el esfuerzo como un sacrificio,  y que somos nosotros los que “envenenamos” el concepto limitándoles inconscientemente para el futuro. Les limitamos porque si insistimos en relacionar ambas ideas, al final ellos aprenden que para conseguir algo hay que sufrir, y/o que si algo no les cuesta horrores, no tiene valor. Y no estoy de acuerdo con ninguna de las dos afirmaciones. Yo misma he tenido experiencias en mi vida en las que me he esforzado mucho ( he sufrido, si) y al final no he conseguido lo que me proponía. Igual, otras veces he conseguido grandes cosas que me han producido una gran satisfacción y sin embargo no tengo la sensación de haber sufrido en ningún momento, en todo caso, lo contrario.

Son muchos los pedagogos, psicólogos y maestros que comentan que cada vez hay más niños a los que el mero hecho de creer que para conseguir determinado objetivo van a tener que esforzarse (sufrir)  les quita las ganas de intentarlo. Se trata de un pensamiento claramente engañoso y limitante que provoca en muchos niños una gran desmotivación. El lenguaje crea realidad y este es un buen ejemplo de cómo dándole un mal uso a una palabra (esfuerzo) hemos creado un concepto nuevo, que a su vez, da nombre a una nueva mentalidad: la cultura del esfuerzo.

Pero, ¿y si en vez de decirles a nuestros hijos o alumnos  que se tienen que esforzar, les cambiamos esa palabra tan vaga e imprecisa, por otra?

Me refiero a otra palabra que entiendan. Otra palabra que especifique exactamente qué tienen  que hacer para conseguir sus metas.

Por ejemplo, ¿qué significa exactamente esta frase tan recurrente?

-“Tienes que esforzarte más si quieres aprobar mates”.

¿Qué significa exactamente esforzarse? si yo fuera una niña no sabría muy bien a qué se refieren con eso de esforzarme más …y a apriori no pintaría nada bien: ¿se refieren a hacer problemas y multiplicaciones durante toda la noche sin descanso? ¿a quedarme sin jugar todo el fin de semana para hacer más y más deberes?  no se, pero yo, si fuera niña agradecería que me dieran alguna otra indicación, por ejemplo:

-“Si quieres aprobar mates tendrás que hacer cada día un par de ejercicios extra. Verás como así, poco a poco vas alcanzando el nivel de tus compañeros y consigues sacar una buena nota en el examen”.

Se me ocurre enseñarles a perseverar en vez de a asumir que el sufrimiento es parte imprescindible para conseguir algo. Persigue tus sueños. Ve a por ellos.  Sigue intentándolo una y otra vez. Si les enseñamos que las matemáticas se aprenden perseverando y trabajando cada día un poco, habremos sembrado la semilla de la motivación. Si nos acostumbramos a cambiar la palabra esfuérzate por una frase que explique a qué nos referimos exactamente, igual conseguimos quitarle las connotaciones negativas.

Porque esfuerzo es perseverancia y paciencia. Es, poner energía y atención en aquello que hacemos. Puede que en alguna ocasión conlleve un pequeño sufrimiento o sacrificio, si. Pero no es una consecuencia irremediable del esfuerzo. Si enseñamos esta gran lección  a nuestros hijos les estaremos dando un cómo, un manual de instrucciones, un itinerario, una hoja de ruta hacia sus metas. Además, así y sólo así, les estaremos animando a intentar todo lo que se propongan y les estaremos abriendo la posibilidad de disfrutar del camino.

 

Aldara Martitegui

 

 

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