Taller de asertividad para niños… y padres
Este fin de semana me sorprendí a mí misma diciéndole esta frase a mi hija:
-“No corras por el supermercado, no… que luego ese señor viene, nos regaña, nos echa a la calle y no podemos terminar de comprar.”
Mi hija, de tres años, me miró con cara de resignación. Pero me hizo caso y dejó de correr por los pasillos del súper.
….”Que ese señor nos regaña y nos echa a la calle”…no me podía quitar la frase de la cabeza. “Ay por favor… ¿dónde he leído yo esa misma frase?…además bastantes veces”…. Todo esto me repetía mentalmente mientras terminaba de comprar.
Estaba claro que si esa frase me seguía persiguiendo era porque algo debía haber hecho fatal…bueno, o un poco mal.
En casa, me puse a buscarla y la encontré rápidamente. No podía ser más parecida a la mía. Ni aposta me hubiera salido igual.
“Hijo, el señor ha dicho que no se puede correr en el supermercado”. Página 183 de El cerebro del niño explicado a los padres de Álvaro Bilbao. En el capítulo que habla sobre la asertividad.
Porque como padres, muchos queremos que nuestros hijos aprendan a ser asertivos: a decir las cosas como las piensan y sienten, con firmeza, pero educadamente y con respeto hacia los demás. Sabemos que una conducta asertiva es una herramienta básica para la comunicación, que a nuestros hijos les va a venir muy bien aprender.
Pero claro, para que ellos lo aprendan, tenemos que empezar por ser asertivos nosotros y, sin embargo, muchas veces no lo somos. Porque esa frase que dije en el supermercado seguro que te suena un poco… Muchas veces nos inventamos excusas para conseguir que nuestros hijos hagan lo que nosotros consideramos oportuno, pero sin que se enfaden demasiado.
“Vaya por Dios, no quedaban chuches en la tienda, otro día lo volvemos a intentar”, “Uy el parque está cerrado a estas horas, lo siento, mañana te prometo que vamos”…hay millones de ejemplos, porque es una manera de hablar que tenemos bastante interiorizada, pero que deberíamos empezar a extirpar (yo la primera).
En el fondo, ¿qué problema hay en decirle a tu hijo: “no quiero que comas tantas chuches porque no es bueno ni saludable para ti”? No tienes por qué decírselo de malas maneras, al contrario, se lo puedes decir de manera asertiva, con firmeza, sin gritarle, incluso con cariño…incluso con un puntito de empatía que es lo que yo llamo asertividad 2.0.
Por ejemplo: “comprendo cómo te sientes porque sé que te encantan las chuches…pero no quiero que comas más porque no son buenas para ti. Esta semana ya has comido suficientes.”
Vale, es probable que incluso con empatía, tu hijo se enfade y trata de convencerte. Pero de verdad que merece la pena el esfuerzo de cambiar las mentirijillas y justificaciones facilonas por un “quiero”, “creo”, “siento”, “necesito”, “me apetece”, “no me apetece”, “no quiero” etc…
Acostúmbrate a mostrarte asertivo también con otras personas cuando está tu hijo delante. Si ves cómo se os cuela descaradamente alguien en la cola del cine, puedes decirle educadamente: “perdone, pero estábamos nosotros primero, creo que no se ha dado cuenta y se ha puesto usted delante”.
Mostrándote agresivo hacia esa persona que se ha colado (por ejemplo elevando el tono de voz, acusándole o despreciándole por esa conducta) no le estarás enseñando a tu hijo nada bueno. Ahí seguro que estamos de acuerdo.
Sin embargo, tampoco sería adecuada otra reacción como esta: “¡vaya morro tiene ese…pero bueno!…vale…mejor no le voy a decir nada, porque total… tampoco es tan importante y no quiero tener un enfrentamiento con él”.
Con una respuesta como esa, tampoco estaremos enseñando nada bueno a nuestros hijos, porque aunque a primera vista parezca una manera conciliadora de relacionarnos, en realidad lo que está pasando ahí es que no estamos haciendo respetar nuestros derechos. Porque la asertividad va de respeto: de respeto hacia el otro, pero también de respeto hacia nosotros mismos. No enseñes a tu hijo a callarse si cree que alguien no le está respetando. Enséñale a decir las cosas con firmeza, educación y ya que te pones, con una sonrisa.
Con tu ejemplo, vas a conseguir dos grandes logros. El primero, que estarás enseñando a tu hijo a ser asertivo, porque ellos reproducen todo lo que ven y oyen (por lo menos durante unos años). El segundo, que vas a ganarte el respeto de tus hijos hacia ti y hacia tus valores. Y como niños que son (y necesitan buscar referencias permanentemente), esos valores, con el tiempo terminarán por convertirse en los suyos.
Aldara Martitegui
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