El arte de elogiar a tus hijos

Los niños son un pozo insaciable de atención. Siempre quieren más. La atención para ellos no tiene límites. Esto no tiene nada que ver con la típica frase que se oye por ahí : “este niño cuanto más atención le doy más me reclama.” No. Nada que ver con eso. En general, cuando les damos la atención que necesitan, los niños suelen estar más tranquilos y aceptar mejor que en un momento dado no nos sea posible prestársela. Pero eso no quiere decir que no quieran más.

Que nuestros hijos quieran atención no es raro. Es totalmente natural.  Entonces ¿por qué cuando decimos o pensamos “mi hijo está haciendo esto para llamar mi atención” siempre hay un poco de resquemor? Es como si el hecho de que un niño quiera llamar nuestra atención fuera algo malo.

Suele ocurrir, que los padres, tenemos la sensación de sobrecargarnos con atenciones hacia nuestros hijos (según nuestro criterio de adultos) y que nos sentimos saturados.  Quizás hace falta un reajuste de antenas. Igual tu percepción de la atención que le estás prestando a tu hijo no tiene nada que ver con lo que él realmente necesita. Por eso, él te sigue pidiendo más y más. Como he dicho al principio, la necesidad de atención de los niños es insaciable, pero hay un punto en el que sí es posible que adquieran un poco de autocontrol y acepten que no siempre es posible tenerla.

Pero eso, sólo se consigue dándoles la atención que realmente les hace sentirse bien, aceptados, queridos y respetados. Es la conocida como atención positiva.

Lo que voy a proponerte aquí, es una manera de conseguir dos grandes logros con tus hijos; que tengan conductas adecuadas,  a la vez que reciben la atención sana que necesitan. Es una metodología basada en el uso estratégico del elogio.

La mayor parte de las veces que elogiamos a nuestros hijos, lo hacemos sin agenda oculta, sin demasiada intencionalidad, como una simple reacción a algo que han hecho “bien”, es decir, según lo que nosotros esperábamos o queríamos.

En primer lugar, es muy importante trabajar sobre el contenido del elogio. Cuando quieras elogiar una conducta determinada de tu hijo, no le digas frases tan inespecíficas como “qué bien te has portado, qué bueno has sido, que orgullosa estoy de ti”. Este tipo de términos tan generales son bastante estimulantes para ellos, pero en realidad no les sirven para hacerse una idea de qué es exactamente lo que nos gusta de eso que han hecho “bien”. De modo que, les estamos generando un poco de inseguridad. El elogio que de verdad funciona es el que describe con detalle eso tan bueno que ha hecho para “portarse bien”.

Por ejemplo, imaginemos que vamos en el coche volviendo a casa después de una tarde en casa de unos amigos. Podemos decirles “oye chicos os habéis portado fenomenal, estamos muy orgullosos de vosotros”.

Es muy estimulante, sí, pero en verdad esas palabras están vacías de contenido.

Mi propuesta, es que aproveches ese motivo de elogio, de atención positiva, para darles pautas de lo que tú crees que es una buena conducta. Así les estarás transmitiendo lo que para ti es importante, es decir, tus valores. De modo que, en vez de decir esa frase, podrías decir esta otra: “Ha sido estupendo ver cómo habéis jugado respetando los turnos y sin pelearos…además antes de irnos habéis ayudado a recoger los juguetes, tendríais que estar muy orgullosos de vosotros mismos.”

El primer paso, es interiorizar esta manera de elogiar a tus hijos. El segundo, es cambiar la atención de lo negativo a lo positivo. ¿Cómo? Piensa en las conductas de tu hijo que querrías cambiar y trata de no prestarle atención cuando las haga. Puedes  avisarle de que vas a dejar de prestarle atención si sigue comportándose así. La idea es evitar a toda costa entrar en discusiones y peleas. Esto cuesta bastante, si. Hace falta mucha paciencia y autocontrol, pero se puede conseguir.

Antes de empezar con esta nueva estrategia, es conveniente que hayas identificado claramente ese mal comportamineto de tu hijo que querrías ayudarle a cambiar. Por ejemplo, “no comparte sus juguetes con su hermano”.  Escribe en un papel el comportamiento contrario, es decir el que querrías que tuviera. En este caso sería  “que fuera capaz de jugar con su hermano compartiendo juguetes y sin generar conflictos”.

Ahora sólo queda centrarte y plantearte esto como una prioridad: cada vez que tu hijo haga algo que se acerque a eso que tú quieres conseguir (que comparta con su hermano y juegue tranquilo) díselo como un elogio de los que te he explicado antes: con contenido, con todos los detalles que se te ocurran. Cambia el típico “hoy has sido taaaaan bueno” por algo más elaborado  y descriptivo como “he visto que le has dejado tu coche favorito a tu hermano, da gusto veros jugar así de tranquilos y sin pelear”.

Tienes que estar muy atento y reajustar tu antena para detectar cada ocasión en la que tu hijo tenga un comportamiento bueno en ese sentido y decírselo con un elogio en condiciones. Porque lo habitual es que hagamos hincapié en las conductas malas.

Esta es la manera auténtica de educar con atención positiva.

Ya sé lo que estás pensando y estoy de acuerdo…esta manera de educar es bastante más complicada, porque exige mucha paciencia, concentración y compromiso, si…pero es que ¿acaso la educación de tu hijo no merece ese esfuerzo?

 

Aldara Martitegui

 

 

Add A Comment