El arte de pedir

Dime cómo pides y te diré cómo son tus relaciones: con tu pareja, tus amigos, tus hijos, compañeros de trabajo, con quien sea. A veces no pedimos igual a todos. No sé si te has parado a pensar en lo importante que es la manera en la que pides. Pedir es uno de los actos clave para relacionarnos con los demás. Y la calidad de nuestras relaciones depende en gran medida de cómo usamos estos actos o acciones básicas.

Pero ¿qué es exactamente pedir? Podríamos definirlo como explicitar al otro nuestra necesidad de que haga algo determinado.

La realidad es que por lo general nos cuesta pedir. Es un poco incongruente ¿no? Un acto básico para determinar cómo nos relacionamos con los demás y resulta que nos genera muchísimas resistencias. La primera porque solemos interpretar que al pedir algo a alguien nos crea una deuda con esa persona. Ese es el primer y más común de los motivos del bloqueo a la hora de pedir. Piensa en algún ejemplo personal, verás cómo te identificas. Otros motivos de bloqueo muy típicos son la preocupación por que se genere un conflicto si me dicen NO, que me preocupa que me vean débil, o que siento que no me merezco el derecho a pedir. Son pensamientos que afectan directamente a mi comunicación con el otro pero que no van más allá de mí. Son interpretaciones sesgadas de la realidad, distorsiones cognitivas. Una manera de empezar a trabajar sobre estos bloqueos es identificándolos. Si te cuesta pedir pregúntate por qué y cuando tengas la respuesta cuestiónala. ¿Es realmente cierto esto que pienso? Fíjate bien porque igual todo es fruto de un automatismo, vamos que te has “acostumbrado” a no pedir. Y recuerda que nuestro cerebro es vago por naturaleza, le encanta automatizar para ahorrar energía.

Igual no te identificas para nada con todo lo que te he contado. Igual eres de los que piden y piden pero tus relaciones con los demás no son como tu quisieras. Por eso pedir es un arte; porque no vale hacerlo de cualquier manera.

Pedir no es dar órdenes: Esto es muy típico en relaciones padre-hijos, profesor-alumno, jefe-subordinado. Sería algo así como “recoge tu habitación”, “haz las tareas” “termina ese informe”. Esa manera de pedir (o mal pedir) no hace más que generar rechazo.

Pedir adecuadamente exige ser específico: No valdría un “necesito tu ayuda”, especifica en qué pueden ayudarte, qué es exactamente lo que necesitas porque de no hacerlo así es posible que no obtengas lo que quieres y generarás resentimiento por expectativas no cumplidas. Dentro de este punto yo incluiría también el de evitar pedir con ironía, porque no todo el mundo tiene que entenderte. Es arriesgado, te expones a no obtener lo que quieres y a generar un conflicto con el otro, o simplemente a su rechazo.

Sé realista en lo que pides…ya sabes, lo de pedir la luna mejor lo dejamos para la ficción.

Por último y yo diría que el más importante: recuerda que los demás no tienen por qué adivinar lo que necesitas. Si quieres algo (necesitas que tu pareja cambie un comportamiento, desearías que tu jefe no te sobrecargara de trabajo etc..) y no lo pides, es muy probable que nunca lo consigas porque recuerda, las bolas de cristal por desgracia no existen. Deberíamos acostumbrarnos a pedir con la misma naturalidad con la que pedimos a un camarero en un restaurante o a un dependiente en una zapatería. Haz la prueba, no tengo bola de cristal pero me atrevo a asegurar que mejorarán mucho tus relaciones.

 

Aldara Martitegui

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