Cuestión de estilo….educativo

Cuando me preguntan de dónde saco las ideas para escribir en este blog siempre contesto lo mismo:

-Es fácil, soy madre de dos niñas…son los temas los que me buscan a mí y no al contrario….

Siempre he pensado que si algún día me faltara la inspiración no tendría más que darme una vuelta por cualquier supermercado y abrir muy bien los ojos y las orejas.

Y eso es lo que me pasó hace unos días. Justo en el supermercado. De verdad que no iba buscando ideas. Estaba haciendo la compra y sencillamente me encontré con esta escena:

Un niño de unos 10 años estaba con su abuelo en la cola de una de las cajas. Yo estaba en la de al lado. Detrás de esta pareja abuelo-nieto había un hombre de unos 45 años, que no iba con ellos.

No se cómo pasó y qué dijo quien, pero el caso es que, de repente, ese niño estaba hablando a su abuelo con una falta de respeto impresionante. El niño le estaba “regañando” porque se había olvidado de coger algo. De verdad que fue muy violento. Le faltó insultarle. Entre el resto de clientes se hizo un enorme silencio. Estábamos como esperando a que el abuelo reaccionara.

Pero, para mi asombro no dijo nada más que un:

-Bueno, pues voy a cogerlo en un momento, no pasa nada, no te enfades…

Y el niño erre que erre. Qué cosas tan terrible salieron por esa boquita. Ver para creer.

Entonces, ese hombre de unos 45 años que iba detrás en la cola, cogió al niño por los hombros y le giró, para colocarle bruscamente frente a él.

-Tu,  chaval. Como vuelvas a hablar así a tu abuelo delante de mí, te juro que te doy un bofetón y sales volando por esa puerta. ¿Me has oído?

Silencio en el supermercado. El niño miraba al hombre con cara de susto.

-¡Que si me has oído!, he dicho

-Si si…dijo el niño ya con una mezcla de vergüenza y de estar pensando “este tío quién se cree que es”…

-Pues eso.

En ese momento yo tenía la atención ya puesta en el abuelo, que miraba la escena con cara de apuro y como si no fuera para tanto.

No lo voy a negar, pero pensé: ¿cómo es posible que le consienta eso a su nieto?

Para mí es difícil de entender.

De haber explicación, sólo puede haber una: el abuelo no es consciente de la manera en que su nieto le habla. No escucha lo mismo que el resto de la gente, sencillamente porque se ha habituado a ese tono, a esa falta de respeto y ya no lo percibe como tal. Imagino que incluso, en su momento, generaría sus propias explicaciones para justificar al chico: “es un niño, es su manera de expresarse, todavía es pequeño y no sabe decir las cosas de otra manera, en el fondo es un buen niño, no le voy a regañar no se vaya a frustrar”…

Para mí, este niño ( y lo digo sin saber nada más sobre él que lo que vi en el súper) es el prototipo de niño-víctima de una educación excesivamente permisiva. Una manera de educar que muchos expertos califican ya de negligente por los efectos que está teniendo.

Son niños educados sin ningún tipo de normas ni límites, niños que hacen y dicen lo que les da la gana. Niños sobreprotegidos a los que sus padres, por no enfadarles ni verles sufrir, no les dicen nunca que no.

Este es el tipo de padres contra los que se revuelven los que están justo en el otro extremo: los padres autoritarios. Es una pena porque el auge de la educación excesivamente permisiva (rozando lo negligente) es precisamente la excusa que muchos padres autoritarios usan para justificar sus métodos.

Esto está haciendo mucho daño a los educadores que creemos que es posible otra manera de hacer las cosas.

Conozco a muchos padres autoritarios que no quieren ni oír hablar de métodos educativos más innovadores y flexibles porque creen que todo lo que se salga de la educación tradicional basada en el castigo y en el “ordeno y mando” va a tener como resultado niños como el del supermercado. Son padres autoritarios reactivos: reactivos a la educación permisiva-negligente que tanto se ve en estos tiempos.

Además, el bombardeo de métodos educativos al que estamos sometidos últimamente  tampoco ayuda mucho. Cada método nuevo que sale es más moderno, más innovador o está mejor contrastado y avalado que los anteriores. Muchos padres se sienten desorientados y desconfían. Normal.

Por eso, a mí más que de método educativo, me gusta hablar de estilo. Y existe uno que es  más flexible, abierto y empático. Un estilo educativo que pone el foco en la conexión entre padres e hijos más que en la estructuración de la vida familiar y en el cumplimiento de normas. Se trata de una educación emocionalmente inteligente,  que respeta lo que los niños son y sienten en cada momento de su vida, que no castiga, sino enseña  y que no  por ello construye hogares anárquicos, sin normas ni límites.

Para mí este es el estilo perfecto, pero tiene una sola pega: este tipo de educación es mucho más exigente que la permisiva y la autoritaria porque necesita padres comprometidos, atentos, pacientes, muy centrados y ¿por qué no? dispuestos a diseñar su propio método educativo. Telita.

 

Aldara Martitegui

 

 

 

 

 

 

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